La psicología , la osteopatía, el ejercicio físico, la fisioterapia… Son aparentemente dos disciplinas que no guardan relación. En este post veremos cómo pueden complementarse y los beneficios de un trabajo interdisciplinar.
‘Mens sana in corpore sano’. Nos remontamos a la Grecia Clásica, donde, como es bien sabido, se dedicaba tiempo y esfuerzo a cultivar tanto el cuerpo como la mente. Este proverbio latín pertenece a las Sátiras de Juvenal y habla de la unión entre lo físico y lo psicológico: mente sana en un cuerpo sano.
En la actualidad se dice que las personas nos vivimos en clave psicosomática… es decir, que nos experimentamos como un todo que engloba tanto la esfera física como la psicológica.
No se puede concebir el pensamiento sin un soporte físico, ni el cuerpo sin un soporte psicológico. Para bien o para mal somos una realidad global y como tal nos enfrentamos a nuestro día a día. Nuestra cotidianeidad está repleta de ejemplos de la unidad entre cuerpo y mente. Ya en 1905 Freud, padre de la psicología, constataba:
‘ El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con las puntas de los dedos: el secreto quiere salirse por los poros.’ (Freud, 1979)
Frases como ‘los ojos son el espejo del alma’, ‘de la emoción se me pone el vello de punta’ o ‘estoy tan contenta que saltaría de alegría’ forman parte de nuestro vocabulario diario y ponen de manifiesto esa relación ineludible entre lo físico y lo psíquico.
A la hora de tratar nuestras dolencias, sin embargo, o nuestro malestar, la mayoría de las veces lo hacemos de forma parcial, compartimentada, olvidándonos que somos un todo y tratando sólo una de las partes. Cierto es que la cultura occidental y la sociedad de consumo en la que vivimos nos impulsa a no pararnos a escuchar a nuestro cuerpo, a no familiarizarnos con él y a presuponer que ‘funcionará bien’, y , en el caso de que no sea así, se puede recurrir a la medicina tradicional para paliar las dolencias. Culturalmente estamos más acostumbrados a curar que a prevenir.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la salud como un estado de bienestar completo físico, psíquico y social
Hace referencia por lo tanto al sujeto como un ente bio-psico-social, que debe atender a sus tres esferas básicas para alcanzar un estado de bienestar pleno. Actualmente son numerosas las campañas que abogan por la prevención más que por la cura y por un abordaje de la enfermedad o del malestar desde una perspectiva interdisciplinar, que atienda a la persona en su globalidad y aborde la dolencia desde distintas esferas. Un trabajo de unión y coordinación entre los distintos profesionales para acompañar al paciente en su proceso de automejora.
Por ejemplo: un simple dolor de cabeza se puede afrontar de muchas maneras: una opción, la más habitual, es tomarse un medicamento y seguir adelante con nuestra rutina, sin dejar que un molesto dolor de cabeza nos frene. Otra opción sería pararnos a pensar de dónde viene el dolor de cabeza y a qué puede deberse, escuchar las señales que el cuerpo nos manda, puesto que no suelen ser carentes de sentido.
El cuerpo, a su manera, nos comunica mucha información relacionada con las emociones, con nuestros nudos o dificultades a nivel relacional, etc. Expresa a través de lo físico (vómitos, diarrea, contracturas, dificultades respiratorias, erupciones cutáneas, etc.), aquello que no logramos poner en palabras. Una concepción global, tanto en salud como en enfermedad, parte de la base de ‘escucha del cuerpo’, aprender a escucharse a uno mismo para entrar en conexión con nuestras propias sensaciones y poder obrar en consecuencia y en consonancia con nuestro mundo interno.