El estrés está reconocido como uno de los factores no orgánicos que más influyen en nuestra salud por la OMS (Organización Mundial de la Salud).
De hecho está directamente ligado con nuestro sistema inmune: a mayor nivel de estrés, más se agota nuestro sistema inmune y más posibilidad de enfermar o tener algún tipo de dolencia tenemos.
En la base de las técnicas de inoculación del estrés, se encuentra la relajación.
Como psicólogos especializados, te ofrecemos guía y acompañamiento en el aprendizaje de distintas técnicas de respiración y relajación que te permitirán enfocar tu vida de un modo más sereno y regalarte algunos momentos contigo mism@.
En la base de cualquier técnica de relajación, se encuentra siempre la respiración, por lo que en los talleres formativos de relajación, se le dedicará tiempo a la identificación y el control de la misma, a través de pautas teóricas y de ejercicios prácticos que faciliten su aprendizaje. Diferenciaremos entre respiración torácica, respiración abdominal y respiración completa y las complementaremos con los suspiros y las verbalizaciones positivas.
Una de las técnicas de relajación básicas que se trabajará en los talleres de formación, es la conocida como relajación progresiva o de tensión-distensión, elaborada a principios del siglo XX (1920) por Edmond Jacobson.
Se basa en la premisa de que no pueden coexistir el bienestar físico y el estrés mental, por lo que relajando el cuerpo, automáticamente disminuirá la sensación de estrés y aumentará la sensación de bienestar. Esta técnica consiste en ir trabajando (tensando y relajando) diferentes grupos de músculos siguiendo un orden lógico para aprender en primer lugar a identificar la sensación de tensión y la de relajación, en segundo lugar identificar qué músculos están tensos y en tercer lugar cómo proceder a relajarlos.
A parte de la relajación física y del bienestar general que la relajación progresiva de Jacobson proporciona, a nivel psicológico esta técnica nos permite tomar conciencia de nuestras propias sensaciones y de dónde acumulamos tensión. Sirve por lo tanto para fomentar el autoconocimiento y potenciar el autocontrol, a través de la identificación y el manejo de nuestras sensaciones. Gracias a la guía y el acompañamiento de un psicólogo especializado, se consigue el aprendizaje y la asimilación de la relajación progresiva de Jacobson de modo que cada cual pueda utilizarlo cuando le sea conveniente.
Otra técnica de relajación que veremos en los talleres formativos es la conocida como entrenamiento autógeno de Schultz.
También de principios del siglo XX, se basa en el Yoga o en la meditación Zen, con la diferencia de que no está ligada a ninguna cultura en particular. La premisa fundamental es que cada persona (a través de la autosugestión) es capaz de relajarse a través de la concentración de su mente y el poder de su imaginación. Ésta técnica consiste en la repetición de ideas concretas sobre el estado de nuestro cuerpo a través de seis sensaciones específicas:
– Peso
– Calor
– Respiración
– Ritmo cardiaco
– Calor abdominal interno
– Frescor en la cabeza
La guía de un psicólogo especializado permitirá el aprendizaje y el entrenamiento en dicha técnica para que pueda ser utilizada en el día a día de forma autógena a través de la autosugestión.
Una vez dominadas las técnicas anteriores, se practicará, siempre con acompañamiento y guía de un psicólogo, la relajación condicionada, a través de la cual aprenderemos a relajar nuestro cuerpo simplemente con el hecho de imaginar que así es.
Visualizar las partes de nuestro cuerpo siguiendo un orden lógico y dándoles la orden de que se relajen, por ejemplo imaginando que están encendidas y dando la orden de apagado. Ésta técnica resultará útil en situaciones reales estresantes donde necesitemos relajarnos de forma rápida.
Tras haber obtenido la relajación física y la reducción del estrés y/o la ansiedad, el psicólogo puede realizar una visualización guiada que permita la mayor conexión con uno mismo, en un espacio seguro y contenido. Se trata de técnicas más avanzadas, que pueden permitir la realización de anclajes (asociaciones entre estímulos físicos y emociones o sensaciones) para poder lograr una relajación inmediata en situaciones estresantes reales del día a día.
Un estilo de vida saludable y relajado favorece a nuestro sistema inmunológico, favoreciendo un bienestar físico y psicológico que no puede por más que beneficiarnos.