Ir al sexólogo a día de hoy sigue siendo un tabú (por desgracia).
Ir al sexólogo es un tabú. Sin embargo las disfunciones sexuales están a la óden del día y en la mayoría de los casos tienen un origen psicológico. Hay más personas de las que creemos que no logran disfrutar de su sexualidad. Y ven afectados diferentes aspectos de su vida.
Cuando hablamos de disfunciones sexuales encontramos muchos nombres de trastornos. Algunos son ininteligibles, otros están en desuso, otros nunca lo fueron, muchos que no se hablan y otros que gozan de una importancia desmesurada. En general hay mucho desconocimiento. ¿Qué podríamos decir de todos ellos que nos ayuden a ponerlos en común?
Podríamos decir que el denominador común de todas las disfunciones sexuales es la incidencia que producen sobre las personas en cuanto a la capacidad de respuesta sexual. Afectan también a la capacidad para experimentar placer sexual, impidiendo disfrutar de su propia sexualidad. Es decir, si puedes mantener relaciones sexuales y si disfrutas con ellas.
Las disfunciones sexuales afectan directamente a nuestro propio bienestar y al disfrute de la sexualidad.
Otro aspecto común de las disfunciones sexuales es lo poco que se habla de ellas. Se viven en silencio, con vergüenza y/o sentimiento de culpa, se sobrellevan, se ocultan… Este tinte de verguenza y culpabilidad, de desconocimiento, dificulta el poder poner remedio. Por desgracias cuando la persona afectada llega al sexólogo, suele haber un largo recorrido de sufrimiento previo.
Las disfunciones sexuales son un motivo habitual de consulta en Psicología. La psicoterapia y la sexología se encuentran entre las mejores formas de abordar este problema. De hecho el componente psicológico se halla presente en la gran mayoría de las disfunciones sexuales.
En primer lugar vendría bien separar y explicar brevemente los dos grandes grupos de trastornos sexuales que trata un sexólogo:
Disfunciones sexuales: Hay varias. Se pueden dar por separado o de manera conjunta pero podemos decir de ellas que afectan al deseo y la respuesta sexual dada. El deseo y/o la respuesta sexual se pueden dar en mayor o menor potencia a la esperada/deseada. Aquí encontraríamos entre otros los problemas de disfunción eréctil (trastorno eréctil), el dolor durante la actividad sexual (trastorno del dolo génito-pélvico/penetración) o la eyaculación prematura (eyaculación precoz) entre otros.
Parafilias: Hacen referencia a un interés de tipo sexual intenso hacía aspectos que tradicionalmente no serían catalogados como tales. La respuesta sexual es igual o mayor que hacía otros aspectos considerados como erógenos. Esta excitación sexual puede ser hacia zonas corporales, objetos, prácticas concretas, grupos de personas, etc. Algunos de ellos son el voyeurismo, el fetichismo, la zoofilia o la pedofilia.
Descrito esto, ¿Por qué aparecen los trastornos sexuales y cuándo?
Respecto al cuándo: los trastornos sexuales pueden estar presentes desde que alcanzamos nuestra madurez sexual o pueden haber aparecido tiempo después de haberla alcanzado.
Podemos encontrar diferencias respecto a su forma de aparición, los síntomas pueden haber surgido de forma repentina o haberse presentado poco a poco.
De igual manera los trastornos sexuales pueden afectar a todas las actividades sexuales o solo a situaciones concretas, con determinada estimulación y prácticas y/o personas específicas.
Respecto al por qué, algunos autores sitúan que el componente psicológico se haya presente entre un 80 y un 90% de las ocasiones. Sin embargo es fundamental descartar desde el principio una causa orgánica. Las causas pueden ser orgánicas, psicológicas o mixtas (combinación de ambas). Por lo general el problema suele ser multi-causal. Raramente una disfunción sexual obedece a una sola causa.
Entre las principales causas orgánicas de las disfunciones sexuales encontramos:
- Diabetes
- Problemas endocrinos
- Arterosclerosis
- Enfermedades cardiovasculares
- Hipertensión
- Problemas genito-urinarios, tiroideos o neurológicos
- Cirugía ginecológica
- Infecciones vaginales, endometriosis o vaginitis atrófica.
- Consumo de drogas y/o medicamentos (alcohol, anfetaminas, cocaína, opiáceos, sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, antidepresivos, antihipertensivos, etc.)
Respecto a los factores psicológicos podríamos destacar entre los principales:
- Creencias irracionales acerca de la sexualidad.
- Expectativas poco realistas respecto a la experiencia sexual ideal.
- Educación sexual inadecuada. Puede ser insuficiente o estar plagada de mitos.
- Experiencias sexuales negativas. Desde situaciones en donde no estábamos conformes con lo que ocurría a experiencias identificadas como fracasos.
- Ansiedad, preocupación excesiva, estress. Aspectos que impiden el disfrute de la actividad sexual e inciden directamente sobre la respuesta sexual.
- Rol del espectador. Nos vemos a nosotros mismos, nos autoevaluamos, nos juzgamos. Nuestra autoexigencia dificulta el disfrute y favorece la ansiedad.
- Miedo al fracaso. Anticipamos consecuencias negativas y escenarios catastróficos.
- Excesiva preocupación por conseguir el orgasmo. Causa de una educación sexual pobre, y/o de la presión social.
- Sentimientos de culpa. Por “perder el control”, disfrutar demasiado, practicar actividades que consideramos intolerables. Categorizamos el sexo con connotaciones negativas.
- Problemas en la pareja. Déficit de comunicación para expresar abiertamente nuestras preferencias o preguntar las de la pareja. Sentimientos de vergüenza, falta de confianza, etc.
- Creencias negativas acerca de nuestro cuerpo. No sentirnos a gusto con nuestro propio cuerpo, miedo a mostrarlo y decepcionar a la otra persona.
¿Qué disfunciones sexuales trata nuestro sexólogo principalmente?
- Eyaculación retardada: El aspecto fundamental de esta disfunción es el retraso o la ausencia de eyaculación sin que tengamos voluntad en ello. Puede ir desde un retardo leve o más postergado en el tiempo. Puede ser que la eyaculación se produzca en algunas ocasiones y en otras no o que la eyaculación no se produzca nunca.
- Trastorno eréctil (disfunción eréctil, impotencia): Hablamos de trastorno eréctil cuando experimentamos dificultades relacionadas con la erección. Éstas pueden ser:
- problemas para conseguir una erección durante la actividad sexual,
- problemas para mantener esta erección hasta el final de la actividad sexual
- que la erección no sea tan vigorosas como en momentos pasados
- Trastorno orgásmico femenino: está caracterizado por una dificultad para alcanzar el orgasmo en mujeres. Esta dificultad puede ser total (el orgasmo no se experimenta independientemente de la estimulación o la situación) o parcial (esta dificultad para alcanzar el orgasmo sólo se limita a algunas situaciones). De igual manera también podemos distinguir esta problemática para alcanzar el orgasmo si ha ocurrido desde siempre, desde que alcanzamos nuestra madurez sexual y por lo tanto nunca hemos experimentado el orgasmo (algunos estudios apuntan que así ocurre con el 10% de las mujeres) o este trastorno ha aparecido con posterioridad a que hubiéramos tenido experiencias sexuales sin problemas, sin que antes nos hubiera ocurrido nada de esto.
- Trastorno del interés/excitación sexual femenino: Este trastorno afecta directamente al interés o a la excitación sexual femenina. Su grado de afectación puede ir desde una reducción del deseo hasta la ausencia completa de éste. Puede afectar también a las fantasías y a los pensamientos eróticos. Se puede oscilar entre una disminución o la ausencia completa de estos. También la búsqueda de la actividad sexual se verá afectada, desde una reducción de estos a la no búsqueda. Otro aspecto que se puede ver afectado es el placer experimentado durante la actividad sexual. Así mismo disminuirá la respuesta genital y la excitación en respuesta a estímulos sexuales y/o eróticos.
- Trastorno del dolor génito-pélvico/penetración: sensación de dolor vaginal de manera recurrente durante la penetración vaginal en las relaciones. Esto produce dificultades e incluso rechazo a la hora de practicar relaciones sexuales. También puede haber dolor en los intentos de penetración o en cualquier estimulación de la zona vaginal. Puede ir asociado también a un estado de ansiedad o preocupación a sentir dolor antes, durante o después de que la estimulación/penetración vaginal se produzca. Puede aparecer cierta tensión/rigidez en los músculos implicados (suelo pélvico) durante la penetración o la estimulación de la zona.
- Trastorno del deseo sexual hipoactivo en el varón: Disminución o ausencia total de fantasías o pensamientos de carácter sexual o eróticos en hombres. Este trastorno a menudo va asociado de problemas eyaculatorios o de erección. Es frecuente que tras dificultades para conseguir una erección, el hombre comience paulatinamente a perder el deseo, el interés en los encuentros sexuales e incluso comience a evitarlos.
- Eyaculación prematura (precoz): Hace referencia a cuando la eyaculación se produce antes de que lo deseemos. Aproximadamente alrededor de un minuto después de que comience la penetración vaginal aunque no necesariamente es exclusiva a este tipo de estimulación. También está contemplada la masturbación u otras actividades sexuales como la penetración anal. El establecer un tiempo mínimo de estimulación para ser considerado un trastorno de eyaculación precoz es algo orientativo. Cada persona es diferente, incluso es habitual encontrar diferencias entre los miembros de la pareja. Realmente nos referimos a cuando la estimulación es leve, poco prolongada en el tiempo y la eyaculación se produce sin quererlo el individuo. Aparejado a esta problemática aparece un malestar en nosotros, sentimientos de frustración y podemos comenzar a evitar los encuentros sexuales. A menudo se registra una mayor presencia de este trastorno entre hombres con trastornos de ansiedad.
- Trastorno parafílico: la parafilia llevada al extremo se convierte en trastorno. Hablamos de trastorno si no somos capaces de disfrutar del sexo ni llevar a cabo relaciones sexuales plenas sin la presencia del estímulo concreto. Adicionalmente la satisfacción de la parafilia nos puede acarrear malestar o deterioro propio así como perjuicio personal o un riesgo de dañar a otros. Algunos ejemplos de parafilias son la pedofilia, el fetichismo, el vouyearismo, la zoofilia, la necrofilia…
Acudir al sexólogo antes de que una simple dificultad o malestar vaya a más puede evitar desarrollar una disfunción sexual.
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