El apego, también conocido como vínculo afectivo, consiste en la relación especial que el bebé/niño establece con un número reducido de personas; en un primer momento especialmente con la figura materna. Esta relación de contacto y proximidad es de vital importancia para el correcto desarrollo integral del infante. Un apego seguro facilitará la adquisición de habilidades sociales y potenciará el desarrollo de la inteligencia emocional, fundamentales para relacionarse de forma sana con el entorno. Un niño emocionalmente inteligente sabrá entablar amistad con sus compañeros, compartir, identificar y elaborar sentimientos, comunicarse de forma asertiva y sentir empatía entre otras habilidades. La adquisición de las mismas depende en gran medida de la actuación de los padres. Desde la escuela de padres, como psicólogos especializados os ofrecemos acompañamiento y guía en este delicado proceso. Los humanos somos animales sociales, y como tales buscamos proximidad, afecto y protección en las personas que nos rodean desde el momento en que nacemos. A mediados de los años cincuenta, John Bowlby, tras diversos estudios con bebés y sus madres, y basándose en sus observaciones en el momento en que la madre se separaba del bebé y posteriormente se reencontraba, elaboró la Teoría del Apego (Attachment Theory, 1958). La premisa principal de esta teoría es que cada persona necesita una figura estable de referencia en los primeros años de vida para su desarrollo sano a nivel cognitivo y emocional. A esta persona, que puede ser la propia madre, el padre o la persona que cuide al bebé, se la reconocerá como figura materna. Dependiendo del tipo de relación que se establezca entre la figura materna y el bebé, éste desarrollará uno de los cuatro tipos de apego propuesto por Bowlby, que influirán en su vida adulta en la concepción que tenga de sí mismo y de los demás y su forma de relacionarse con ellos. Los cuatro tipos de apego son los siguientes: – Apego Seguro: el bebé presenta ansiedad moderada en el momento de la separación, y expresa alivio en el reencuentro, alegrándose de que la figura materna vuelva. – Apego Ansioso-Evitativo: el niño expresa poca ansiedad de separación, y a la hora del reencuentro muestra desinterés e indiferencia – Apego Ansioso-Ambivalente: el niño siente elevada ansiedad de separación, y no se calma con el reencuentro, mostrando incluso ira o enfado hacia la figura materna – Apego Desorganizado: tanto la separación como el reencuentro provocan reacciones extrañas y desorganizadas, donde son difíciles de identificar los sentimientos del niño. El tipo de apego más común y más sano es el Apego Seguro. Éste facilitará que al llegar a la edad adulta el niño haya elaborado un concepto positivo de sí mismo y de las personas que le rodean, facilitándole la adquisición de herramientas de socialización y las relaciones sociales en general. ¿Cómo conseguir que nuestros pequeños elaboren un tipo de apego seguro? Este será uno de los temas principales que abordaremos en esta sesión de la escuela de padres. Es fundamental que la figura materna de referencia tenga paciencia y que sea capaz de escuchar, identificar y atender las emociones del niño. Si la figura materna responde a las necesidades emocionales y a la intención comunicativa del infante con coherencia y sentido común, éste se sentirá entendido y atendido y él mismo aprenderá a identificar sus emociones y las de los demás en base al aprendizaje vicario. Será la seguridad que demuestre la figura materna de ‘controlar la situación’ la que consiga que el propio niño se sienta seguro. Paradójicamente, un niño que se sienta protegido y seguro en su más tierna infancia, que tenga claro que aunque la figura materna no esté presente en determinados momentos siempre vuelve, será el que tenga suficiente confianza para explorar el entorno sin miedo y con seguridad en sí mismo. Será el que logre relacionarse en un futuro de un modo más sano con su entorno y con las personas que le rodeen. Winnicott, pediatra y psicoanalista, decía que nunca veía niños en su consulta, sino niños con madre, y forjó el concepto de ‘madre suficientemente buena’, que hacía referencia a la capacidad de la madre de ‘escuchar’ a su bebé y de responder de modo sensible y coherente a las necesidades físicas y emocionales del mismo. Desde la escuela de padres, os ayudaremos, como psicólogo especialista, a convertiros en esas’ madres suficientemente buenas’ que vuestros hij@s necesitan.
