Los bebés nacen inmaduros y necesitan del adulto para sobrevivir. Requieren que se les acompañe en su desarrollo.
El ser humano tiene una capacidad de aprendizaje increíble, y la adquisición del lenguaje es un punto clave en la evolución y el desarrollo de los niños. La deambulación (al año, aproximadamente) y el lenguaje (a los dos años aproximadamente) son los dos mecanismos clave que permiten a los niños comenzar a explorar el medio. A los tres años llegará la etapa de los ‘por qué’ y a partir de ahí es un suma y sigue… El aprendizaje de un niño y su curiosidad parecen no tener límites.
Acompañar a los niños en su desarrollo es una tarea compleja pero que puede ser muy placentera. Requiere numerosas habilidades por parte de los adultos. En psicologodemadrid.org impartimos escuela de padres donde ofrecemos atención especializada a los padres interesados.
Una de las habilidades principales es alimentar al niño interior que todo adulto tiene. Es importante porque los niños necesitan jugar, disfrutar, creer en la magia, en sus propias ideas, ilusionarse con pequeñas cosas, darle a una piedra el valor de un tesoro…. Poder entrar en sus juegos y en su imaginario nos permite ganarnos su confianza, hacer que nos sientan cómplices, potenciar el vínculo.
Emocionarnos con una piedra o jugar a que es un tesoro no es mentirles ni ‘rebajarse’, es darles lo que en esos momentos necesitan, que es un compañero de juegos, alguien que les ayude a crecer y a potenciar su imaginación. Poco a poco a través del juego adquieren herramientas básicas de convivencia y aprendizaje, los padres se convertirán en su apoyo y en su modelo a seguir.
Sin embargo compartir juegos con ellos no significa convertirse en sus amigos. Se trata de un error muy común que tiene mal pronóstico.
El adulto debe saber jugar con el niño pero manteniendo su posición y su rol de adulto responsable, de padre, madre, tío o abuela, que juega pero que también limita y orienta. Potenciar nuestro niño interior no significa olvidarnos del adulto que somos. Es crucial saber actuar en cada momento de acuerdo a la situación y a las necesidades del niño. Controlar una rabieta por ejemplo, requiere templanza y paciencia, con nuestro comportamiento tranquilo y coherente le estamos ofreciendo un modelo alternativo de actuación frente a la frustración y le estamos demostrando que, además de jugar con él, somos capaz de entender y contener sus emociones.
A los niños les gusta aprender y adquieren conocimiento de forma natural, a través de la exploración del medio, de las preguntas, de la imitación del adulto…
A los niños les encanta participar en actividades ‘de mayores’: les hace sentirse importantes. Que los adultos les acompañen en sus descubrimientos y en sus aventuras es un privilegio que les beneficiará enormemente. Y para el adulto también es especial, enriquecerse de la compañía de un hijo no tiene precio, ser partícipe de su pequeño mundo es sin duda alguna un regalo increíble.
Puede ser muy enriquecedor adaptar actividades a la edad de los niños y aprovechar el tiempo de ocio para llevarlas a cabo. Algo tan sencillo como salir al campo después de una tormenta puede convertirse en una aventura a la altura de las de Peter Pan. Explorar el mundo de los caracoles o recoger tierra para plantar una semilla son actividades sencillas que se pueden disfrutar en familia.
Hablamos en post anteriores de la importancia de realizar actividades al aire libre, de explotar los recursos de la naturaleza, de compartir actividades cotidianas como cocinar y aprovechar esos momentos para acompañar a los niños en su desarrollo aportando un granito de arena que sin duda ellos recordarán en el futuro, porque para un niño no hay nada mejor que poder disfrutar en compañía de sus padres.
Os animamos por lo tanto a jugar con vuestros hijos, a disfrutar con ellos y a compartir toda clase de momentos… en definitiva, a vivir cada día las aventuras a las que os inviten y a acompañarles en su desarrollo, porque crecer, es un viaje que tenemos que hacer juntos.