Es interesante saber por qué nos enamoramos, así lo hemos visto en los capítulos anteriores, el conocimiento de este concepto nos permite conocer mejor qué es el amor, de la misma forma que saber por qué dejamos de estar enamorados puede también ayudarnos. El desamor es parte importante del concepto de amor.
Como hemos visto, el amor está basado en multitud de factores que facilitan la atracción inicial que puede derivar en este profundo sentimiento. También hemos visto que el que se cumplan multitud de estos factores facilitadores no garantiza que se produzca el enamoramiento.
Una pregunta interesante sería ¿por qué siendo libres de elegir con quien establecemos relaciones o con quién nos casamos, se producen tantas rupturas y divorcios? (más que en las culturas donde el matrimonio es ajeno a todo sentimiento y motivado por la conveniencia), en base a esto, podemos decir que el problema radica en la elección de la pareja, y es que, a menudo, la misma se hace por simple azar. Más que por azar, sería más correcto afirmar que no somos dueños de este proceso que se lleva a cabo, no comandamos las decisiones y determinaciones que se producen cuando nos hallamos inmersos en el proceso de enamoramiento.
Este error de elección puede deberse al desconocimiento real de la pareja, el amor obnubila, idealizamos a la persona de la que estamos enamorados y la creemos perfecta, sin embargo, la realidad se acaba sobreponiéndo dando lugar a decepciones. Cuanto más rápida sea la fijación amorosa más posibilidad de error hay. Multitud de factores pueden influir en esa idealización que tenemos del amor, pueden ser múltiples y muy diversos, pero principalmente radica en la diferencia existente entre lo real y lo ideal. Esta fractura o diferencia de postura obedece en muchos casos a un pobre conocimiento de las emociones propias y a una validación muy poderosa de ideas que no son propias. Cuando el sujeto se da cuenta de las grandes diferencias existentes entre “como esperábamos que fuera” y “como realmente es “,es cuando se produce la problemática a nivel relacional.
Asimismo, otra fuente de error puede ser el sexo. Se puede confundir el deseo sexual con el amor, sobre todo teniendo en cuenta la asociación cultural que se hace del amor con el sexo. La inmadurez afectiva de la persona que utiliza a su pareja como medio para satisfacer sus propias necesidades también puede conducir a la ruptura.
Si nos basamos en las teorías mencionadas anteriormente basadas en las recompensas, otra motivación de la ruptura puede ser el cese de dichas recompensas o la disminución de las mismas. También puede producirse un aumento
en nuestro nivel de comparación (Thibaut y Kelley, 1959) que nos motive a pensar que merecemos una pareja mejor que la que tenemos.
En definitiva, son muchas las razones que pueden provocar que la relación de pareja culmine, y es que, por mucho que cuando estemos enamorados pensemos que es para siempre, que lo que sentimos es único e inquebrantable, lo cierto es que son muchos los estudios que defienden que el amor intenso solo dura una media de 3 años, y que las relaciones se mantienen por el cariño que perdura en la pareja.
Respecto a esto, la neurociencia ha aportado cierta luz en este asunto. Existen estudios de parejas que tras más de 20 años de convivencia afirmaban seguir enamorados. Mediante técnicas de neuroimagen, se observaron patrones de activación diferentes con respecto a parejas que llevaban menos tiempo, las cuales tenían otras zonas cerebrales implicadas en el proceso.
Por lo tanto, no es descabellado afirmar que el enamoramiento es finito, que parece que posee una duración aproximada que oscila entre los 3 y 4 años, periodo en el cuál la intensidad con la que son percibidas emociones y sentimientos es superior a cualquier otro; no obstante, es un periodo en el que es recomendable cultivar, trabajar o incidir en determinados aspectos de la relación, aspectos que una vez pasado ese periodo de enamoramiento tan intenso, intenso pero también fugaz, determinaran si son lo suficientemente firmes y fuertes como para sustentar la relación, hablamos de la red de cuidados (basado en la empatía, la necesidad y procuración del bienestar de la persona amada), la intimidad (aspectos exclusivos de la relación, como la confianza en el otro, la revelación de información íntima o de problemas personales) y el apego (el deseo de estar el uno junto al otro, de buscarle cuando se está en soledad).